Alemania e Italia podrían poner en jaque el plan de descarbonización del transporte de la UE y que pasa por la prohibición de los vehículos de combustión a partir de 2035. Ambos países, dos de los mayores fabricantes de automóviles de Europa, se oponen a esta medida argumentando que no se ha tenido en cuenta el impacto económico que tendría en sus países. En el caso de Alemania, la industria automotriz representa el 14% del PIB y emplea a más de 800.000 personas. Por su parte, Italia es el segundo mayor fabricante de automóviles de la UE y emplea a más de 240.000 personas.
El veto a la venta de vehículos de combustión a partir de 2035 ha sido propuesto por la Comisión Europea como parte del paquete de medidas para alcanzar la neutralidad climática en 2050. Este veto implicaría la prohibición de la venta de vehículos con motores de gasolina, diésel e híbridos enchufables a partir del año 2035 en toda la Unión Europea.
En este sentido, tanto Alemania como Italia argumentan que la eliminación de los vehículos de combustión no es la solución más efectiva para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. En lugar de esto, proponen una transición gradual hacia vehículos más eficientes y con bajas emisiones de CO2, como los híbridos enchufables.
Un paso atrás para España
El rechazo de Alemania e Italia a la prohibición de venta de vehículos de combustión ha generado cierta preocupación en el mercado español, especialmente en el sector automotriz. España es uno de los mayores productores de automóviles de la UE y emplea a más de 250.000 personas en la industria. Por lo tanto, cualquier medida que afecte a la producción y venta de automóviles en la UE tendrá un impacto significativo en la economía española.
Y en el caso de España, este eventual retraso podría tener un impacto tremendamente negativo. Por un lado, porque el mercado automovilístico parece apostar cada vez más decididamente por los vehículos eléctricos, pasando de las apenas 1.400 matriculaciones de 2013 a las más de 86.000 en 2022. Y, en segundo lugar, porque según los datos del Observatorio del Vehículo de Empresa (CVO), en 2020 la flota total de vehículos en España emitió 114 millones de toneladas de CO2. Es decir, que la eliminación gradual de los vehículos de combustión es una medida necesaria para reducir estas emisiones y cumplir con los objetivos de reducción de emisiones de la UE.

Además, la eliminación de los vehículos de combustión no solo reduciría las emisiones de CO2, sino que también mejoraría la calidad del aire en las ciudades. En España, el tráfico es responsable de una gran parte de la contaminación atmosférica y, por lo tanto, de la mala calidad del aire en las ciudades. La eliminación gradual de los vehículos de combustión reduciría significativamente la contaminación atmosférica y mejoraría la salud pública en general. Por ejemplo, en 2022 Madrid ha pasado por primera vez los requisitos de calidad del aire que la UE lleva demandando desde 2008. ¿Cómo afectaría al futuro inmediato una eventual prórroga del veto al motor de combustión más allá de 2035? Y, sobre todo: ¿qué mensaje mandaría a aquellos responsables políticos que, de por sí, llevan años posponiendo la transición climática en nuestro país?