No cumplir con inversiones éticas y sostenibles

Por qué los inversores españoles se niegan a cumplir su propio código ético… de solo 7 principios

Ética empresarial Gobernanza Legal y compliance

Hace unas semanas, la CNMV aprobó su nuevo código ético, o código de buenas prácticas, destinado a inversores y gestores de activos. Se trata de un documento compuesto por apenas 7 principios, pensados precisamente para adaptar las inversiones a las exigencias de la ESG. Por eso, la transparencia, la sostenibilidad a largo plazo, la economía circular o la vinculación de la retribución de consejeros y altos directivos a la consecución de objetivos sostenibles son algunas de las cuestiones sobre las que pivota este código ético. Sin embargo, mes y medio después de su aprobación, aún no tiene suscriptores… ni siquiera entre quienes han colaborado en su elaboración, tal y como se explica en este artículo de La Información.

Hay que matizar que la adhesión a este código ético es voluntaria y que, aún así, la CNMV establece una moratoria de hasta tres años para dar tiempo a la adaptación a todas aquellas entidades que decidan firmarlo. Eso sí, explicando los motivos por los que no han podido seguir los principios pactados. Pero quizás la cuestión no es que sea obligatorio o no, sino: ¿por qué los inversores españoles se niegan a cumplir su propio código ético? ¿Es que es tan complicado cumplir con 7 principios que, además, han sido pactados por el propio sector? ¿No era más sencillo dejar la creación del código ético para el futuro?

Siguiendo la estela de EEUU y la UE

Desgraciadamente, no. La creación del código ético para inversores y gestores de activos en España responde a una tendencia generalizada en el resto del mundo. En primer lugar, porque el ámbito original de aplicación de la ESG es el de las inversiones éticas, desde hace tres décadas. Y desde hace unos años es precisamente donde se está poniendo el foco por parte de los reguladores de cada país. Por eso, la CNMV explica entre las motivaciones de este nuevo código ético que «a nivel internacional ha habido en los últimos años una proliferación de códigos de buenas prácticas de los inversores institucionales, gestores de activos y proveedores de servicios (stewardship codes en inglés), casi todos ellos basados en principios y conforme a los enfoques ‘cumplir o explicar’ o ‘aplicar y explicar'».

Este enfoque de los stewardship codes tiene que ver con una segunda tendencia normativa de la ESG, tanto en EEUU como en Europa: que el reporting sea cada vez más detallado. Ahora mismo, en España ya existen códigos éticos que obligan a las cotizadas y empresas de cierto tamaño a reportar sobre ESG. Sin embargo, hasta ahora lo hacen desde el punto de vista de la información no financiera. Es decir, adecuando su información a las estructuras de alto nivel de las normas de gestión, precisamente para atraer a inversores, integrar a otros stakeholders en la gestión o, simplemente, cumplir con la normativa vigente.

Sin embargo, en Europa, el IFRS pretende que cualquier compañía tenga que aumentar el nivel de detalle en su reporting sobre sostenibilidad. Además, desde hace aproximadamente un año, la SEC en EEUU está en vías de aprobar una obligación para las cotizadas de incluir la ESG por primera vez en su información financiera y no solo en la información no financiera. Es decir, que el futuro pasa por una obligación de reporting más detallado y obligatorio para las empresas españolas de cualquier sector. Una tendencia inicialmente está pensada para las cotizadas, pero que previsiblemente se extenderá más allá.

Y así lo reconoce la propia CNMV en este nuevo código ético para inversores: «Existen actualmente diferentes propuestas comunitarias de modificación del régimen legal, que podrían convertir en obligatorias parte de las prácticas actuales, hasta ahora voluntarias«. Así que parece evidente que la elaboración de este código responde más a la intención de la CNMV de adaptarse a un contexto legal cada vez más exigente en materia de reporting que a un interés real por parte de inversores y gestores de activos de comprometerse con la ESG.

Sea como fuere, teniendo en el horizonte su obligatoriedad de cumplimiento, este código ético para inversores supone un gran paso a la hora de abordar los problemas endémicos de opacidad y búsqueda de un retorno casi inmediato en el ecosistema inversor español. En este sentido, un mayor nivel de detalle en el reporting es el camino más corto hacia un nuevo modelo de inversiones sostenibles, en el que no solo se deba apostar por valores relacionados con la ESG, sino que también haya que explicar por qué.

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